sábado, 28 de noviembre de 2015

Nota de prensa La luna en agosto








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Esta es la nota de prensa:


Sale a la venta la primera novela de Avelina Chinchilla Rodríguez (Valencia, 1958) bajo el sello editorial de Círculo Rojo, una obra sobre las vivencias y sus consecuencias en nuestra vida y el viaje interior de la protagonista de la novela
CÍRCULO ROJO.-  Licenciada en Medicina y Cirugía y especializada en Microbiología Clínica, Avelina Chinchilla (Valencia, 1958) compagina su profesión con la escritura. Dedicada a la creación literaria desde 2002, ha explorado distintos géneros, como la poesía y el relato breve. Tras publicar distintas obras poéticas, se sumerge en el panorama literario actual con la publicación de ‘La luna en agosto’, recientemente editada por Círculo Rojo.
‘La luna en agosto’ es una novela de personajes. Ellos son el centro de la narración, como describe la autora: “Los personajes son personas corrientes; pese a que la temática es romántica las situaciones descritas son bastante realistas”. La autora plantea tres personajes principales, que sostienen el peso de la trama y que están cuidadosamente trazados. Personajes con los que los lectores podrán empatizar y navegar con ellos a través del viaje tanto físico como interior que esto supone para ellos, y especialmente, para la protagonista, Alicia.
Ésta es una novela destinada principalmente al público femenino, pero en general y por su temática romántica y realista, puede resultar atractivo para todo tipo de público adulto.
La novela comienza con un accidente de coche de la protagonista, una escena que sirvió a la autora como punto de partida para la novela. Como ella misma explica, “está basada en un hecho similar que me ocurrió a mí hace bastantes años y a partir de ese punto se me ocurrió el resto de la historia”.
Los lectores de ‘La luna en agosto’ encontrarán una novela que les atrapará rápidamente por su sencillez narrativa y su frescura. “Se trata de una trama sencilla en la que intervienen pocos personajes que, sin embargo, están tratados con la necesaria profundidad”, comenta Avelina Chinchilla.


domingo, 8 de noviembre de 2015

La clase de pintura



Hoy quiero compartir con vosotro@s este pequeño poema
 

Un océano amarillo de suaves olas
mecidas por la manos invisibles de la brisa.
Un hombre cabalga haciendo surfing
sobre sus alpargatas de campesino.
Al fondo, como contrapunto,
rebaños de nubes se alzan en el azul del horizonte
y entre medias, una boscosa colina
intenta teñir de oscuro el  luminoso atardecer
interponiéndose como una sombra de  discordia
entre dos amantes imprescindibles: trigo y sol,
con sus colores primarios azul y amarillo,
y en su conjunción, la verde amalgama de los dos.
¡Dios impartiendo clase de pintura! 

domingo, 1 de noviembre de 2015

Tanta paz

Hoy es un día muy señalado. Todos lloramos la ausencia de algún ser qureido. En homenaje a todos ellos dejos este poema.


Nunca había contemplado tanta paz en su rostro
como en aquel momento en que nos dio su adiós.
Se fue silencioso, como una apacible tarde de verano
dando su bienvenida a la gris penumbra;
como una hoja al caer en otoño
mecida con dulzura por la suave brisa;
como un niño sigiloso cometiendo su travesura,
escabulléndose para no ser descubierto;
como el sueño apacible de un bebé recién comido,
feliz y satisfecho al arrullo de su madre.
Las sombras penetraron en la alcoba
con el sigilo de un ladrón de guante blanco,
como un tigre al acecho de su presa y él…
él seguía silencioso en brazos
de la negra noche de la muerte.

lunes, 12 de octubre de 2015

Abecedario para el amor



Hoy he querido jugar un poco con este poema titulado:  Abecedario para el amor


Amante mío de dulce boca y tiernas manos,

Bueno por dentro, y hermoso por fuera como un corcel árabe.

Caliente es tu sangre y por eso

Demuestras con denuedo tu pasión, sin embargo

Efímero es tu amor al igual que un arcoíris de verano.

Feroz a veces,

Genial  casi siempre,

Honesto, generoso, alegre…

Ingenioso cuando quieres y siempre

Libre para amarme  y desamarme cuanto gustes.

Mortal y finito  es nuestro amor, si no, no sería tal.

Nobles suelen ser tus sentimientos, aunque

Obcecada no siempre lo perciba.

Podría ser mejor nuestro idilio, mas no me quejo.

Quiéreme tal como yo te amo, solo a

Ratos, y salvémonos así de la rutina infernal que todo lo ahoga.

martes, 22 de septiembre de 2015

La luna en agosto ya camina sola

Querid@s:

Pretender, hoy en día, no ya ser una autora de éxito, sino simplemente una autora leída no parece tarea fácil, sobre todo cuando la vocación se ha descubierto de forma tardía como es mi caso. La autoedición se me antoja un un arduo camino, pero según parece, es el único. Tras sopesar diferentes alternativas he optado por Editorial Círculo Rojo. El tiempo dirá si he acertado con la decisión o no. Pero esta novela (novelita más bien, si he de ser sincera) nació hace unos 10 años y era para mí una necesidad imperiosa ponerle el punto final para poderme centrar en otros proyectos, en otras historias, en otros personajes... La única manera que conozco de hacerlo es entregarla a los lectores (pocos o muchos, ya se verá) para que viva su propia vida. La trama de La luna en agosto ya no me pertenece: Alicia, Ignacio, María y Alberto se han emancipado, caminan solos. Así ha ocurrido siempre con los personajes de ficción y así ha de ser. Ya no los puedo proteger más...

Un saludo. Os iré dando detalles

jueves, 3 de septiembre de 2015

Nueva página en Facebook de La luna en agosto

            
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Era media tarde y aunque hacía bastante calor, se había levantado una fresca brisa que arrastraba algunas nubes consigo y que traía por adelantado los aromas del otoño; y eso, que quedaba todavía mucho verano por delante. Ahora, encallada en aquella carretera desierta, a merced de que vinieran a rescatarla y bajo el riesgo de tener que pasar una noche a la intemperie, comenzaba a dudar de que hubiera sido una buena idea el viaje que acababa de comenzar. 

lunes, 24 de agosto de 2015

La luna en agosto




I

Alicia paró su coche tan pronto como pudo en el arcén. Suerte había tenido de poder detener el automóvil sin sufrir males mayores. No obstante, se sentía irritada por el contratiempo que acababa de sufrir y que trastocaba por completo todos sus planes. Por eso no pudo reprimir un «¡mieeeerda!» que escapó en voz alta de sus labios, al tiempo que daba un puñetazo rabioso en el salpicadero. El imbécil del todo terreno, que la había adelantado de esa forma tan temeraria, había estrellado por accidente un gran guijarro sobre su luna delantera. De repente, había sentido un ruido fulminante, como un disparo, y del centro del impacto, sobre su parabrisas, surgieron al instante mil rayas, como una estrella, que le impedían la visibilidad y la obligaban a detenerse.


A pesar se su afán de cortar lazos con el mundo, y en contra de su impulso inicial, no había prescindido de su teléfono móvil, decisión por la cual, ahora se alegraba hasta extremos inimaginables. Lo encendió y vio,  no sin cierta sensación de fastidio, que tenía un montón de mensajes, todos ellos de la misma persona. Por el momento, prefirió seguir ignorando el contenido de los mismos. Agradeció al dios de las telecomunicaciones el hecho de  poder contar con buena cobertura y realizó la llamada al número de la asistencia en carretera, procurando dar su situación al empleado que la atendió de la forma más exacta que pudo. Este le contestó que le enviaría una grúa lo antes posible. Sin embargo, dado el lugar tan remoto en que se encontraba, no le podía siquiera aproximar el tiempo que iba a tardar. Resignada a esperar lo que hiciera falta, Alicia cogió la botella de agua, en la que por suerte aún se encontraba la mayor parte de su contenido, y  bajó del coche para resguardarse del ardiente sol veraniego bajo la sombra del único pino de buen tamaño que encontró en las proximidades. Era media tarde y aunque hacía bastante calor, se había levantado una fresca brisa que arrastraba algunas nubes consigo y que traía por adelantado los aromas del otoño; y eso, que quedaba todavía mucho verano por delante. Ahora, encallada en aquella carretera desierta, a merced de que vinieran a rescatarla y bajo el riesgo de tener que pasar una noche a la intemperie, comenzaba a dudar de que hubiera sido una buena idea el viaje que acababa de comenzar.

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Autora Avelina Chinchilla Rodríguez ©

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